19 abr 2011

San Fernando, los zetas matan sin parar, en las mismísimas narices de la seguridad del estado

El 7 de abril se descubrió en el Municipio de San Fernando, en Tamaulipas, una fosa clandestina con 66 cadáveres. No pasaron ni dos días cuando se localizaron otros 35 cuerpos, enterrados en una zona cercana. El secretario de Gobernación se apresuró a aclararle a Amnistía Internacional que entre los muertos no había ningún migrante centroamericano: todos eran originarios del país. Los macabros descubrimientos confirmaron lo que venían denunciando habitantes de la región, choferes de autobús y empresas de transporte: había carreteras en Tamaulipas donde los Zetas
secuestraban a los pasajeros. No se sabe para qué lo hacen: para robarles los pocos pesos que portan para cruzar la frontera los ilegales, para fregar ese mercado a sus enemigos, para dejar en claro quién controla el territorio…, no se sabe. El punto es que cuando se llevan a uno, jamás regresa.
No hay ley. No hay poder institucional. La mafia más violenta y libre del mundo gobierna ahí. Miles de policías, soldados y marinos no hacenpresencia en sus dominios. Siguen matando sin piedad. Ahí, por donde día y noche patrullan ellos.
“Ese día venían cinco camionetas. Cherokee, Suburban, Durango. Recuerdo que todas eran grises. Yo les pedí el cambio de luces. No me contestaron. Cuando vi que eran de los mañosos, pise el acelerador. Me seguí hasta el retén militar”.
Es el testimonio de un chofer de autobús que ha viajado por la llamada “carretera de la muerte”, la 101: Victoria-Matamoros, en Tamaulipas, y que sobrevivió a los retenes que el crimen organizado ha montado desde Padilla hasta San Fernando.

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