
secuestraban a los pasajeros. No se sabe para qué lo hacen: para robarles los pocos pesos que portan para cruzar la frontera los ilegales, para fregar ese mercado a sus enemigos, para dejar en claro quién controla el territorio…, no se sabe. El punto es que cuando se llevan a uno, jamás regresa.
No hay ley. No hay poder institucional. La mafia más violenta y libre del mundo gobierna ahí. Miles de policías, soldados y marinos no hacenpresencia en sus dominios. Siguen matando sin piedad. Ahí, por donde día y noche patrullan ellos.
“Ese día venían cinco camionetas. Cherokee, Suburban, Durango. Recuerdo que todas eran grises. Yo les pedí el cambio de luces. No me contestaron. Cuando vi que eran de los mañosos, pise el acelerador. Me seguí hasta el retén militar”.
Es el testimonio de un chofer de autobús que ha viajado por la llamada “carretera de la muerte”, la 101: Victoria-Matamoros, en Tamaulipas, y que sobrevivió a los retenes que el crimen organizado ha montado desde Padilla hasta San Fernando.
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