28 nov 2006

La APPO por Dentro


por Rosalía Vergara, José Gil Olmos, Pedro Matías/Proceso

La APPO por dentro Si bien el gobernador Ulises Ruiz detonó -con sus agravios la formación de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, este conglomerado de organizaciones sociales ya desarrolle un eficaz. sistema de comunicación y resistencia, basado en su cultura comunitaria. Ahora sus dirigentes pretenden impulsar un cambio en la forma de gobernar el estado, pero advierten que si la administración federal sigue en la lógica de la confrontación, pondrá en riesgo a sus instituciones, comenzando por la PFP.
Desde el domingo 29, cuando la Policía Federal Preventiva (PFP) estableció retenes en la carretera 190 al Istmo, en Zaachila y en el, Puente de Guelatao, y entró a la capital del estado para reestablecer el orden, la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) sorprendió con su rapacidad para enfrentarla y, de Lecho, la obligó a replegarse.

En cinco meses del movimiento social --que comenzó con demandas magisteriales, se amplió para exigir la renuncia del gobernador Ulises Ruiz y que ahora planea su congreso constitutivo--,la APPO dejó de ser sólo una muchedumbre que grita consignas , marcha por las calles y se planta en el Zócalo. Se trata de una agrupación de autodefensa bien estructurada, que ya planea la transición democrática en su estado.
Para conseguirlo, la APPO ha recogido las formas históricas y tradicionales de organización Popular ya sea para convocar a sus reuniones o para alertar sobre los ataques de sus adversarios.
Por ejemplo, las barricadas instaladas tras la represión del 14 de junio: Ricardo Flores Magón, el revolucionario oaxaqueño, escribió que "la barricada del pueblo era la respuesta a la trinchera militar" (periódico Regeneración, 20 de noviembre de 1915). Y el Ejército Popular Revolucionario (EPR), en su comunicado del pasado 1 de noviembre, dice que son sinónimo de resistencia civil, pero también de gran enseñanza histórica para los tiempos venideros; son ya escuela revolucionaria para el movimiento popular".
Los cohetones, que tradicionalmente se usan en las fiestas del pueblo, ahora se utilizan como señal de alarma: la explosión de uno significa que se debe estar alerta; dos, que se detectaron movimientos inusuales; y tres, que hay una agresión.
Pero también sirven directamente para la defensa, y en forma tan eficaz que han provocado la sospecha de que son enseñanzas de la guerrilla urbana. Las bazucas caseras que antes se dirigían al cielo para lanzar fuegos artificiales, ahora apuntan hacia el frente.
Hay dos versiones del arma. las fijas miden hasta un metro y en medio tienen dos asas que se apoyan en un tripié; las otras son aún más artesanales pero igualmente efectivas, con la ventaja de que son portátiles. Niños y adolescentes saben cómo fabricarlas.
Las bombas molotov, usuales en las luchas insurgentes, se fabrican con asombrosa rapidez en las barricadas con una botella de vidrio, que se llena hasta la mitad con gasolina y se le coloca una mecha.

Con la misma facilidad se elaboran los petardos o "coyotas": se utiliza un poco de pólvora, ácido muriático, navajas, clavos y tachuelas, se envuelven con papel aluminio y luego con cinta adhesiva. También se les pone mecha.

Sin embargo, los dirigentes de la APPO rechazan que el uso de esos ingenios sea una expresión de guerrilla urbana, como ha propalado el gobierno de Ulises Ruiz. "Nos están invitando a actuar coma militares, como si fuéramos un movimiento armado. Y no lo somos", enfatiza uno de los más visibles miembros de la dirección colectiva de la APPO, Flavio Sosa.

Tanto él como la maestra de base María del Carmen López Vázquez --dirigente de la APPO que ha sido amenazada de muerte junto con sus dos hijas-- sostienen que a pesar de que grupos guerrilleros han invitado a la Asamblea a establecer una alianza, ésta es imposible porque la lucha de la organización es pública, legal.
Dicen respetar a quienes optaron por la lucha armada, pero afirman que para la APPO es preferible mantener la movilización social y darle una forma que rebase la coyuntura. "La lucha no se circunscribe a la caída de Ulises Ruiz. A partir de ahí se empezarán a generar los cambios profundos", dice Carmen López, quien pertenece a la Sección Centro del magisterio.
Sobre esa idea, los dirigentes convocaron a realizar el Congreso Constitutivo de la APPO los días 10, 11 y 12 de noviembre, para definir los estatutos, principios, programa y objetivos de la organización.
En el encuentro se elegirá al primer Consejo Estatal de los Pueblos de Oaxaca y se aprobará in plan de acción.
"A pesar del clima de represión que se cierne sobre el movimiento de los pueblos de Oaxaca, es necesario no detenerse y seguir avanzando en la consecución de los objetivos y la solución de las demandas del pueblo oaxaqueño", dice la convocatoria.

En el congreso se analizarán los contextos internacional, nacional y estatal, así como la crisis de las instituciones, para definir la reforma del Estado para Oaxaca. Se discutirá también sobre las características del nuevo gobierno, el nuevo Constituyente y la nueva Constitución, entre otros puntos.

FUERZA COMUNITARIA
Cuando el movimiento magisterial trascendió su propio origen se transformó "en una suma de organizaciones que también habían sido agraviadas y que vieron una forma de crear una (sola) organización", dice el senador por Convergencia, Gabino Cué, quien fuera el secretario técnico de Diódoro Carrasco --hoy senador por el PAN-- cuando éste era el gobernador priista de Oaxaca.
El malestar acumulado hacia los gobiernos priistas no había encontrado liderazgos que lo canalizaran en un movimiento articulado. Pero Ulises Ruiz logró unificar incluso expresiones de la oposición que parecían incompatibles y provocó el estallido social del 14 de junio.
Días después, nació la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, un ente todavía amorfo que comenzó a atraer organizaciones indígenas, civiles y de derechos humanos, de autoridades municipales y agrarias, sindicales, estudiantiles e incluso católicas.
Y es que la nueva agrupación. se sustenta en tres pilares culturales: la asamblea, donde el poder lo tiene el pueblo y la autoridad obedece las decisiones de la comunidad; la guelaguetza, palabra zapoteca que significa "don de dar" y que simboliza la solidaridad, el acompañamiento, la ayuda; y el tequio, una forma de trabajo comunitario no remunerado.
Inicialmente se dijo que la APPO fue una creación del magisterio, porque su columna vertebral son los profesores y fue su movimiento el que le dio origen. La versión no está lejos de la realidad: muchos de los dirigentes forman parte de la Sección 22 del Sindicato Nacional dé Trabajadores de la Educación (SNTE) y tienen fuertes vínculos políticos con organizaciones sociales; otros profesores son presidentes municipales o líderes de colonos, de barrios y de otras organizaciones.
Así, la Asamblea comenzó a definir su identidad con las prácticas ancestrales de los pueblos indígenas de Oaxaca, que siguen vigentes al menos en los 418 municipios del estado que se rigen por el sistema de usos y costumbres.
Ahí es el pueblo, a través de una asamblea comunitaria, quien elige a sus autoridades y organiza los trabajos que se realizan. Si los mandos no respetan la decisión de la asamblea, son destituidos y sometidos a un juicio popular para sancionarlos.
Todos los habitantes de esas poblaciones están obligados a contribuir con su tequio (jornadas de trabajo no remuneradas) en obras que benefician a la comunidad, y a quien no participa se le niegan algunos servicios. El pasado 15 de septiembre, cuándo la APPO convocó al pueblo a limpiar el Zócalo y a adornarlo para las fiestas patrias, se recurrió a esta forma de trabajo comunal.
En cuanto a La Guelaguetza, el movimiento popular no ha sufrido el desabasto de alimentos porque las comunidades se encargan de proveer a los manifestantes. Por el contrario, los líderes han intentado mesurar el apoyo material que reciben de la población, incluidas las llamadas Comunidades Eclesiales de Base.
De esta manera, los usos y costumbres de los pueblos indígenas se transformaron en la plataforma del mayor movimiento social de Oaxaca, mismo que ha logrado apoyo en por lo menos 20 veinte estados de la República y en algunas comunidades de migrantes oaxaqueños en Estados Unidos.
Esa es la trama social que está detrás de las piedras, resorteras, canicas y hondas, la que empuña palos y arroja cohetones. Esos son los inconformes a los que iban a "poner en orden" las fuerzas federales enviadas por el presidente Vicente Fox.

ATAQUE FRACASADO
Desde que los militares y la PFP entraron a la capital de Oaxaca, se dedicaron a montar operativos de "limpieza", entendida como la destrucción de barricadas.
Se instalaron en el Zócalo y luego salieron a los alrededores. No tuvieron problemas porque los miembros de la APPO decidieron no confrontarse con los efectivos federales. El miércoles 1 incluso dejaron entrar a la prensa para que fotografiara el desalojo de Brenamiel, la barricada más grande de la ciudad y donde estaban apostados los militantes más aguerridos en la toma de camiones, el sierre de dependencias, las pintas contra Ulises Ruiz y los enfrentamientos con la policía estatal.
Pero a fin de cuentas se cumplió la premonición de un miembro de la APPO, que pidió el anonimato: el jueves habría "fiesta".
Fue por la tarde, en las inmediaciones de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO). Algunos dicen que la PFP dio el primer paso al arrojar gases lacrimógenos contra los integrantes de la APPO; otros, que un grupo de provocadores les arrojó cohetones a los policías.
Alrededor de las 13:00 horas comenzó el mayor enfrentamiento. La PFP arremetió contra las barricadas con camiones y utilizó las ya famosas tanquetas. Sus tropas llevaban armas y equipo antimotines; pero sobre todo agotaron su provisión de gases lacrimógenos contra los inconformes. Éstos los repelieron con piedras, canicas y tuercas arrojadas con resorteras: Además, utilizaron bombas molotov, palos y tubos.

El choque duró casi siete horas, hasta que la PFP se replegó.
Y es que en la APPO se suma la experiencia de organizaciones radicales --como el Frente Popular' Revolucionario (FPR), el Comité de Defensa de los Derechos del Pueblo (Codep) y la Promotora Nacional Contra el Neoliberalismo--, con la de otras moderadas - -la Liga Mexicana de Derechos Humanos (Limedh), Nueva Izquierda de Oaxaca (Nioax)--; así como estudiantes, maestros, trabajadores e incluso amas de casa.

Dicha experiencia se reflejó en las formas de defensa que desplegaron el jueves. Pero también innovaron.
En Plaza Cristal Chedraui los inconformes opusieron resistencia a decenas de policías apoyados por dos tanquetas antimotines y por un francotirador que disparó una vez. Dividía a los dos bandos una barricada hecha con palos, los cuales estaban entrelazados en una forma que no se había visto antes, a fin de que aguantaran los embates.
Luego, las camparías de las iglesias Cinco Señores y Siete Príncipes comenzaron a repicar con insistencia. Mucha gente respondió a ese llamado y reforzó las barricadas en avenida Universidad, a un costado de la entrada principal a la UABJO. Incluso, los inconformes colocaron frente a la valla de uniformados, en plena confrontación, una barricada improvisada con dos postes de luz, carcasas de coches, tanques de gas, troncos y ramas encendidos, mientras transportaban rocas y bombas molotov.

Por su parte, la PFP aplicaba métodos militares para lanzar gases lacrimógenos y bombas "aturdidoras" desde los helicópteros FP 305 y FP 306 que sobrevolaban la zona.
Los integrantes de la APPO trataban de mermar la quemazón en la piel, el ardor de ojos, y el lagrimeo, así como la asfixia y las náuseas que provocaban los gases, colocándose en el rostro paliacates empapados de coca cola o vinagre.
El fracasado operativo, a cargo del jefe del Estado Mayor de la PFP, Ardelio Vargas Fosado, y del director estatal de Seguridad Pública, José Manuel Vera Salinas, dejó como saldo 10 detenidos y 62 heridos. Entre éstos, los fotógrafos de Proceso Miguel Dimayuga y Germán Canseco. La Limedh afirma que hay personas desaparecidas, pero la autoridad lo niega.

RIESGOS MAYORES
La derrota de una fuerza militar y policíaca a manos de un "movimiento pacífico" tiene un gran alcances considera Flavio Sosa.

El paso siguiente, dice, es que con permiso de la jerarquía católica se entable en la Catedral de Oaxaca "un ejercicio de diálogo que nos ayude a dilucidar cuáles son los caminos para lograr la paz y la reconciliación, y las transformaciones sociales, políticas y jurídicas para Oaxaca en el corto plazo".
En cuanto a los retenes militares alrededor de la capital del estado, los califica como un error más del presidente Vicente Fox. "Los militares van a salir derrotados, saldrán huyendo. (Fox) está poniendo en juego la vigencia de la PFP como institución, porque puede haber una tragedia en Oaxaca por una provocación montada por Ulises Ruiz", explica.
"La gente no se va a quedar quieta y pueden sufrir una derrota militar. Son 4 mil y el movimiento de masas moviliza 800 mil personas en el estado", advierte. Por eso, le parece "increíble" que se llegue a la confrontación sólo porque el gobierno federal no pudo pactar con los grupos de poder la salida de Ulises Ruiz del gobierno estatal.

Para la profesora María del Carmen López Vázquez, después de la caída de Ulises Ruiz, la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca "se convertirá en la asociación que garantice el cumplimiento de los anhelos, de las aspiraciones del pueblo de Oaxaca" tras su Congreso Constitutivo.
Sus dirigentes pretenden hacer políticamente viable el cumplimiento de los reclamos de la sociedad, el cambio en su sistema de vida y de gobierno, lo mismo que el combate a la desigualdad, la pobreza, marginación y la falta de servicios "que hoy es una situación flagrante en el estado".
Por eso López Vázquez critica lo que llama la campaña mediática contra la APPO, mediante la cual se pretende involucrarla con la guerrilla o el narcotráfico. Con estas acusaciones, indica, las autoridades del estado y las federales "quieren crear un ambiente para justificar la represión contra nosotros con el Plan Hierro. Y no van contra mí, sino contra toda mi familia, mis hijas. Vivimos clima de mucho peligro, de violencia profunda en Oaxaca".

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