18 may 2010

“Con dinero todo es más barato”


Raymundo Riva palacio
Ulises Ruiz ha cargado un desprestigio político durante más de una década como alquimista electoral y un tramposo empedernido. Como gobernador continuó hundiéndose en el imaginario colectivo como un sátrapa capaz de hacer las maniobras más retorcidas para perjudicar a sus adversarios y aniquilar a sus enemigos, sin escrúpulo ni remordimiento.
Poderosas fuerzas políticas se han alineado varias veces en su contra, pero no lo han podido derrotar, mientras la fama pública de este hombre que nació en tierras juchitecas, es un contrasentido de la realidad política. Ulises Ruiz, visto en función de resultados, es un ganador que divide pasiones. Muchos lo detestan; la mayoría de los mexicanos inclusive si uno se atiene a las encuestas que lo ubican entre los políticos más negativos. Pero muchos lo aprecian por su trabajo político en momentos coyunturales, consejos en tiempos de crisis y apoyos en procesos electorales. Genera repudio por el cinismo con el cual recluta a sus oponentes –con dinero y favores–, pero al mismo tiempo, provoca resignación política por la eficacia de sus audaces chicaneras.
“¿Para qué gastas tanto dinero en obras?”, le dijo hace unos meses a un gobernador. “Ni las carreteras ni los puentes votan. Yo no hago obra. Tengo 42 mil millones de pesos para la elección”. ¿Puede haber alguien más cínico en la política mexicana, donde algunos hombres de poder pueden y hacen lo mismo, pero no lo cantan a los cuatro vientos? A Ulises Ruiz esas cosas no le importan. Sus ojos de lanza y la sonrisa labrada sobre la cara subrayan su realidad: lo que quiere son resultados favorables, siempre para él.
En escasos tres meses tiene una prueba más, las elecciones para la gubernatura en Oaxaca, donde su candidato, Eviel Pérez Magaña, un buen hombre de muy bajo perfil, afable e incondicional de él, se enfrenta al carismático senador Gabino Cué, a quien Ruiz derro­tó apretadamente hace seis años, y que hoy en día es la síntesis de las aspiraciones de prácticamente todos los partidos de oposición en contra no sólo del PRI, sino de Ulises Ruiz y lo que representa.
¿Qué es lo que representa el gobernador?
Las caricaturas de los diarios, a través de los años, lo han expresado. Siempre aparece dibujado como un dinosaurio y como un mapache, lo que transmite la imagen de un político hecho en el viejo régimen de caciques y gobernantes autócratas, y de un tramposo sempiterno en las urnas.
Desde años antes de ser gobernador, Ruiz era considerado el operador político por excelencia en el PRI. Es probable que ese nivel no sea realmente el adecuado para el gobernador de Oaxaca –hay otros operadores que bien podrían disputarle el liderato–, pero nadie duda de su conocimiento del electorado en varias partes del país y de los incentivos que se necesitan para impulsarlos en una sola dirección al momento de que se encuentran solos ante la urna, con un ingrediente adicional en su favor: si bien es cierto que deja todo apestoso a su paso, lo que no deja son huellas para que lo atrapen.
Su prueba de fuego fue en 2006, cuando se unieron fuerzas políticas para derrocarlo. Un plantón de maestros de la Coordinadora, que es el grupo disidente del SNTE, se volvió a colocar a mediados de mayo en el Zócalo de Oaxaca, como lo habían hecho durante 26 años. Las negociaciones tradicionales con ellos no tuvieron efecto, porque había motivaciones adicionales, y al conflicto magisterial se le añadieron demandas políticas de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), que buscaban como fin su caída.
La APPO reunía comunidades cansadas de la forma de gobernar de Ruiz, pero también a miembros de la Coordinadora –algunos vinculados con el EPR– y a dirigentes sociales, varios de cuyos líderes recibían instrucciones del ex gobernador José Murat, quien había dejado a Ruiz como su sucesor, pero con quien se distanció desde los primeros meses del nuevo Gobierno por una purga que realizó contra varios colaboradores cercanos de Murat –según dice él–, y por- que no quiso abrir la puerta de negocios a Murat –de acuerdo con el gobernador actual–. A ese bando se le unió otro, el del Gobierno federal, que cabildeó el mentor de Cué y ex gobernador Diódoro Carrasco, que ya se había ido al PAN, quien convenció al entonces presidente Vicente Fox de que era la oportunidad para acabar con Ruiz.
Fox le prometió la ayuda federal para disolver un plan­tón que se extendió por ocho meses y lastimó la economía de Oaxaca en niveles que aún no termina de recuperarse, y lo engañó. Cuando Ruiz envió a su policía en una operación de madrugada para acabar con el plantón, las fuerzas federales, que debían encabezarla, nunca llegaron. El responsable de esas fuerzas, hoy diputado del PRI, Ardelio Vargas, le dijo a Ruiz por teléfono con sus contingentes listos para partir: “No me dieron la orden de salir”.
Ruiz entendió de lo que se trataba y con su gladiador Jorge Franco, comenzó a buscar la solución. “Con dinero –decía Fernando Gutiérrez Barrios–, todo es más barato”. Ruiz, con 20 millo­nes de pesos repartidos entre los dirigentes de la Coordinadora, encabezada en ese momento por Enrique Rueda, puso fin al largo conflicto. Dinero, no obras, como repite Ruiz, es la clave.
“Ruiz ganará la elección”, dice un empresario local anticipando una nueva derrota de Cué. “Cada quince días un presidente municipal de oposición se pasa al PRI”. Nadie ha podido vincular, hasta ahora, si ese cambio súbito de lealtades políticas tiene un origen monetario, pero ya hay fuga sistemática de opositores. Un golpe magistral lo dio recientemente con un ex gobernador interino y el fundador de Convergencia en Oaxaca, y durante años sólida mano detrás de Cué, Jesús Álvarez Martínez, quien hoy en día despacha como el representante del gobernador Ruiz en la Ciudad de México.
Ruiz está jugando todo por ganar y tener, por un lado, tranquilidad cuando el Congreso local revise la cuenta pública de su administración; y por el otro, una vida transexenal. Ya dijo que buscará la presidencia del PRI al terminar su Gobierno, que es una aspiración irrealizable si no gana Oaxaca. Para él, no hay problema. “Ganaremos por más de cien mil votos”, vaticina. La diferencia no refleja lo cerrado de la contienda. Pero no falta mucho para ver si Ruiz mantiene su racha ganadora o si, finalmente, le encontraron su punto débil, y lo regresan a su pueblo de Chalcatongo, que en tiempos prehispánicos era un panteón de reyes.

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