Gabriela Warkentin
"¡Voy a anular el voto para que sepan que no me representan!"
Cuando varios millones de mexicanos consideran la posibilidad de acudir a las urnas para anular el voto, algo está sucediendo.
"Luego se hacen como que nada pasa, ¡voy a anular mi voto para que les quede claro que estoy hasta la madre!"
Cada sociedad encuentra sus formas de protesta, de mostrar su hartazgo, de articular un ¡ya basta! Y la mexicana parece estarlo haciendo acorde con la realidad en la que vive. Anular el voto no es lo mismo que abstenerse, y si los tomadores de decisión en este país estuvieran escuchando, se darían cuenta. Pero no sé si eso es mucho pedir.
"Te invito a meditar sobre la diferencia existente entre anular el voto y permanecer en casa rascándose la panza. Si tú estás satisfecho con alguno, adelante. Yo voy a anular."
El 5 de julio se celebra en México el equivalente a elecciones intermedias en las que contienden candidatos a diversos cargos federales y locales. Salvo por algunos estados del país, en los que la elección de gobernador despierta el interés local (y el nacional por la proyección que ese resultado pueda tener a nivel federal), las elecciones intermedias no suelen provocar las mismas pasiones que, por ejemplo, la votación sexenal por Presidente. En esto no hay sorpresa: recordemos la imagen deteriorada de los políticos, la desconfianza de los electores y la poca vinculación entre legisladores y ciudadanos. Encuestas de los últimos años muestran que para los mexicanos, son los diputados, los partidos políticos y la policía quienes tienen la peor imagen. Resulta por tanto casi obvio que la elección de legisladores no sea del interés generalizado de una sociedad de por sí agraviada, aunque también cada vez más afirmada.
"Sí voy a ir a votar, precisamente porque me importa. Pero voy a anular mi voto, porque todos son una bola de corruptos. ¡No hay a quién irle!"
Las elecciones de este 2009 se están agitando más que las de algunos periodos anteriores. La posibilidad de que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) triunfe muy por encima del gobernante Partido Acción Nacional (PAN); el desplome en las preferencias electorales del Partido de la Revolución Democrática (PRD) tras la gran cantidad de votos que cosechó apenas en 2006 (con un candidato presidencial que se quedó a un palmo de la grande); la reforma electoral que desterró de radio y TV los contenidos "negativos" y la posibilidad de terceros de adquirir espacios; la irrupción más abierta de Internet como escenario de batallas (y el lodazal de campañas negativas burdas, poco ingeniosas y revanchistas). Esto sin contar el enfrentamiento del gobierno con el crimen organizado, la influenza A N1H1 y su impacto en la de por sí ya debilitada economía, etc. Ese es el México del 2009 que deberá salir a votar en unas semanas.
"Emitir un voto responsable e informado es imposible en este país, no votes con el 'corazón'. ¡ANULA!"
Sí se preveía ya una elevada abstención, por ser las elecciones intermedias, pero también porque partidos y candidatos simplemente no "prenden". Comenzó ahora a cobrar fuerza y a hacerse visible un movimiento a favor de la anulación del voto: no la abstención, sino la abierta anulación como forma de protesta. La encuesta más reciente, publicada por el diario Reforma para medir la intención electoral, coloca ya en un 10% el número de quienes consideran la posibilidad de anular el voto. Internet y sus mundos albergan múltiples manifestaciones en esta línea: jóvenes estudiantes que circulan viralmente vídeos youtuberos; discusiones apasionadas en Facebook; cadenas de correos electrónicos que invitan a sí acudir a las urnas, pero a anular el voto; sitios y movimientos como DHP* (Dejemos de Hacernos Pendejos, alguno de cuyos integrantes arguye que el voto nulo es propuesta más que protesta). Por supuesto los medios tradicionales (radio, TV y prensa escrita) han retomado esta discusión (y hay quienes dicen, no sin algo de razón, que la han alentado para cobrarle las facturas correspondientes a los políticos de siempre). Pero también en las sobremesas de quienes ni siquiera usan Internet con regularidad, la posibilidad de anular el voto es tema ya de debate.
"Votar por el menos malo es como comprar la fruta menos podrida del mostrador."
2009 encuentra en México una ciudadanía implicada de formas diferentes. Cuando alrededor de una cuarta parte de la población tiene acceso regular a Internet; cuando las problemáticas son crecientes; cuando los liderazgos formales parecen atrapados en la coyuntura y con poca perspectiva de futuro; y cuando los jóvenes y ciertos segmentos urbanos comienzan a alzar la voz, podrían estar sucediendo cosas nuevas. Aunque, podría también no suceder nada.
"Es muy congruente ser ciudadano y anular el voto.Todos los que no nos sentimos representados por ningún candidato, deberíamos ser escuchados, y tenemos el derecho consciente y pensado de anular nuestro voto."
El sistema mexicano tiene la maleabilidad suficiente para asimilar este tipo de disensos. Si quienes abogan por anular el voto lo ven como un fin en si mismo, si no se articula un movimiento civil a favor de una renovación integral, si no surgen liderazgos que brinden perspectiva, si el día de las elecciones el conteo no refleja la dimensión del voto nulo, la propuesta no será más que un chispazo de inconformidad manifiesta. Hay por supuesto también quienes rechazan la anulación del voto como solución: desde quienes apelan a la responsabilidad ciudadana, hasta quienes simplemente se decantan por la abstención ante una situación "que ya no tiene salida".
Esto de anular el voto es una moda que dejará muy mal sabor de boca, ya que muchos de la izquierda ilustrada, por jugar a la contracultura, le dejarán el juego completo a la derecha otros tres años....
Sea como fuere, cuando varios millones de mexicanos consideran la posibilidad de acudir a las urnas para anular el voto, algo está sucediendo. Pero tal vez no muchos estén escuchando. O no todavía.
"¡Voy a anular el voto para que sepan que no me representan!"
Cuando varios millones de mexicanos consideran la posibilidad de acudir a las urnas para anular el voto, algo está sucediendo.
"Luego se hacen como que nada pasa, ¡voy a anular mi voto para que les quede claro que estoy hasta la madre!"
Cada sociedad encuentra sus formas de protesta, de mostrar su hartazgo, de articular un ¡ya basta! Y la mexicana parece estarlo haciendo acorde con la realidad en la que vive. Anular el voto no es lo mismo que abstenerse, y si los tomadores de decisión en este país estuvieran escuchando, se darían cuenta. Pero no sé si eso es mucho pedir.
"Te invito a meditar sobre la diferencia existente entre anular el voto y permanecer en casa rascándose la panza. Si tú estás satisfecho con alguno, adelante. Yo voy a anular."
El 5 de julio se celebra en México el equivalente a elecciones intermedias en las que contienden candidatos a diversos cargos federales y locales. Salvo por algunos estados del país, en los que la elección de gobernador despierta el interés local (y el nacional por la proyección que ese resultado pueda tener a nivel federal), las elecciones intermedias no suelen provocar las mismas pasiones que, por ejemplo, la votación sexenal por Presidente. En esto no hay sorpresa: recordemos la imagen deteriorada de los políticos, la desconfianza de los electores y la poca vinculación entre legisladores y ciudadanos. Encuestas de los últimos años muestran que para los mexicanos, son los diputados, los partidos políticos y la policía quienes tienen la peor imagen. Resulta por tanto casi obvio que la elección de legisladores no sea del interés generalizado de una sociedad de por sí agraviada, aunque también cada vez más afirmada.
"Sí voy a ir a votar, precisamente porque me importa. Pero voy a anular mi voto, porque todos son una bola de corruptos. ¡No hay a quién irle!"
Las elecciones de este 2009 se están agitando más que las de algunos periodos anteriores. La posibilidad de que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) triunfe muy por encima del gobernante Partido Acción Nacional (PAN); el desplome en las preferencias electorales del Partido de la Revolución Democrática (PRD) tras la gran cantidad de votos que cosechó apenas en 2006 (con un candidato presidencial que se quedó a un palmo de la grande); la reforma electoral que desterró de radio y TV los contenidos "negativos" y la posibilidad de terceros de adquirir espacios; la irrupción más abierta de Internet como escenario de batallas (y el lodazal de campañas negativas burdas, poco ingeniosas y revanchistas). Esto sin contar el enfrentamiento del gobierno con el crimen organizado, la influenza A N1H1 y su impacto en la de por sí ya debilitada economía, etc. Ese es el México del 2009 que deberá salir a votar en unas semanas.
"Emitir un voto responsable e informado es imposible en este país, no votes con el 'corazón'. ¡ANULA!"
Sí se preveía ya una elevada abstención, por ser las elecciones intermedias, pero también porque partidos y candidatos simplemente no "prenden". Comenzó ahora a cobrar fuerza y a hacerse visible un movimiento a favor de la anulación del voto: no la abstención, sino la abierta anulación como forma de protesta. La encuesta más reciente, publicada por el diario Reforma para medir la intención electoral, coloca ya en un 10% el número de quienes consideran la posibilidad de anular el voto. Internet y sus mundos albergan múltiples manifestaciones en esta línea: jóvenes estudiantes que circulan viralmente vídeos youtuberos; discusiones apasionadas en Facebook; cadenas de correos electrónicos que invitan a sí acudir a las urnas, pero a anular el voto; sitios y movimientos como DHP* (Dejemos de Hacernos Pendejos, alguno de cuyos integrantes arguye que el voto nulo es propuesta más que protesta). Por supuesto los medios tradicionales (radio, TV y prensa escrita) han retomado esta discusión (y hay quienes dicen, no sin algo de razón, que la han alentado para cobrarle las facturas correspondientes a los políticos de siempre). Pero también en las sobremesas de quienes ni siquiera usan Internet con regularidad, la posibilidad de anular el voto es tema ya de debate.
"Votar por el menos malo es como comprar la fruta menos podrida del mostrador."
2009 encuentra en México una ciudadanía implicada de formas diferentes. Cuando alrededor de una cuarta parte de la población tiene acceso regular a Internet; cuando las problemáticas son crecientes; cuando los liderazgos formales parecen atrapados en la coyuntura y con poca perspectiva de futuro; y cuando los jóvenes y ciertos segmentos urbanos comienzan a alzar la voz, podrían estar sucediendo cosas nuevas. Aunque, podría también no suceder nada.
"Es muy congruente ser ciudadano y anular el voto.Todos los que no nos sentimos representados por ningún candidato, deberíamos ser escuchados, y tenemos el derecho consciente y pensado de anular nuestro voto."
El sistema mexicano tiene la maleabilidad suficiente para asimilar este tipo de disensos. Si quienes abogan por anular el voto lo ven como un fin en si mismo, si no se articula un movimiento civil a favor de una renovación integral, si no surgen liderazgos que brinden perspectiva, si el día de las elecciones el conteo no refleja la dimensión del voto nulo, la propuesta no será más que un chispazo de inconformidad manifiesta. Hay por supuesto también quienes rechazan la anulación del voto como solución: desde quienes apelan a la responsabilidad ciudadana, hasta quienes simplemente se decantan por la abstención ante una situación "que ya no tiene salida".
Esto de anular el voto es una moda que dejará muy mal sabor de boca, ya que muchos de la izquierda ilustrada, por jugar a la contracultura, le dejarán el juego completo a la derecha otros tres años....
Sea como fuere, cuando varios millones de mexicanos consideran la posibilidad de acudir a las urnas para anular el voto, algo está sucediendo. Pero tal vez no muchos estén escuchando. O no todavía.
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