Milenio Diario
La primera masacre del año ocurrió en Ciudad Juárez, Chihuahua. La segunda aquí, en Vicente Camalote, una localidad de Oaxaca, cuyas autoridades y población la consideran muy tranquila.
“Nada que ver con lo que sucede en el norte del país”, dijo una mujer. Puede ser tranquilo, pero el saldo fue de 14 ajusticiados, entre civiles y policías, además de un agravante: ningún policía vio el convoy de sicarios el día que llegaron al pueblo.
Un elemento de la Procuraduría estatal cercano a las investigaciones de lo ocurrido el 23 de febrero pasado pone el dedo en el renglón: “¿Cómo es posible que ningún policía haya visto el desplazamiento de seis camionetas de ese tipo (Hummer)? Esos vehículos no son normales por el rumbo, y menos juntos”.
Ese es un elemento que forma parte de la averiguación previa abierta por el caso, afirma.
Y sí, la comunidad de Vicente Camalote, de no más de 2 mil habitantes, se extiende pegada a la carretera. La economía del lugar se basa en la cosecha de caña y una parte mínima en la ganadería. El pueblo es chico, pero todo se sabe. Todo.
Si se viene de Veracruz —por donde se afirma que llegaron y huyeron los sicarios— se pasa primero por Tetela. En ese tramo la carretera federal 145 es angosta y en algunos puntos hay baches creados por el tránsito de camiones pesados que entran y salen de los ingenios.
En sentido contrario, es decir, de Vicente Camalote a la cabecera municipal de Acatlan de Pérez Figueroa (de no más de 7 mil habitantes), rumbo a Oaxaca, la zona tiene las mismas condiciones. Pero eso sí, dicen los que viven por el rumbo, “siempre se ve el ir y venir de la policía”.
Esa noche no hubo policías. Salvo los que fueron muertos por los sicarios. “Éstos entraron como en su casa; nadie los detuvo”, dice el mismo judicial, que se negó a revelar su nombre.
Es más: la policía estaba desarmada. Si no todos por lo menos la mayoría. Ése es otro elemento que se investiga
El pasado
Pedro Tamayo Rosas, periodista de la región, y el padre de un panista en Vicente Camalote (quien también rechaza ser identificado), trazan el ascenso de la familia Maciel. Uno de sus integrantes, Alfonso Maciel Sosa (ejecutado ese día), estuvo vinculado con la delincuencia organizada, según la Procuraduría local.
De hecho, una de las hipótesis que se siguen en este caso es que lo sucedido forma parte de un ajuste de cuentas entre narcos por la disputa del territorio. La otra línea de investigación es que la múltiple ejecución se debió a que las familias de comerciantesse negaron a ser extorsionadas.
La familia Maciel forjó su fortuna en la ganadería y el corte de caña. En 1985 construyó una caseta en Vicente Camalote, junto a su mansión, que todavía permanece ahí. Era la época en que todo se dirimía a balazos y las decisiones del pueblo las tomaba esa familia.
La otra familia victimada, los Hernández, también eran de armas tomar. Francisco era la cabeza, “el mero, mero” del clan, señalan los entrevistados, quienes aseguran que “la época más violenta fue de 1975 a 1986”. Los Maciel y los Hernández siguen comercializando decenas de toneladas de caña al ingenio La Margarita, propiedad de Teresita Machado. Ahí llega el producto de más de 2 mil productores de la región.
Del ganado y de la zafra vino la fortuna y otras propiedades de la familia Maciel: gasolineras, refaccionarías, talleres de torno, salones de cine y el mejor ganado de la región. Esta bonanza alcanzó incluso para financiar un convento de monjas en el vecino municipio de Tierra Blanca, Veracruz.
José Julián Hernández Mora, otro de los siete civiles ajusticiados (el resto era policías), era hijo de los caciques de antaño. De 32 años de edad, realizó sus estudios en la región y todos lo conocían como una persona de bien.
Su mamá, Delfina Mora (quien vio la llegada de los asesinos), declinó hacer comentarios. De acuerdo con un familiar que sirvió de enlace, la mujer señaló que estaba “desecha” y no quiso hablar.
En esta frontera de Oaxaca y Veracruz, en plena cuenca del Papaloapan, un vecino de los Maciel, afirma: “Aquí nunca se habló de la presencia de Los Zetas, donde sí se escucha que hay es en Tierra Blanca o Córdova (Veracruz), pero aquí no. Aquí toda la gente se dedica al campo y nunca había visto una masacre como ésta”.
Vicente Camalote es un pueblo chico, donde toda la gente sabe todo. Algunos vecinos vieron la llegada del convoy de sicarios. Lo vieron desde sus casas. Menos la policía.
2 comentarios:
se dice que la rata de Nicolas Villalva no ayudo en nada a las familias de los policias caidos.
nada mas para aclararle a la persona q dice de los sres maciel son narcos se nota a leguas q eres un triste lamebotas del municipio y tienes poca retentiva de donde provienen esos sres. se te olvida q son familias ampliamente conocidas y solventes de abolengo se ve que te van a dar trabajo.
ahh y como no comentas de camionetas nuevas de los funcionarios del municipio
rastrero
Publicar un comentario