25 mar 2009

El fantasma del abstencionismo


Por CÉSAR AGUILAR GARCÍA

A unos meses de los comicios federales para renovar la Cámara de Diputados, seis gubernaturas, 546 alcaldías y 16 jefaturas delegacionales, se pronostica que el abstencionismo será el principal protagonista, el cual podría rebasar el 50 por ciento del padrón electoral. Por si fuera poco, las elecciones en México son quizá las más costosas del mundo, por encima de los recursos que se destinan, por ejemplo, en Estados Unidos.

Si bien la historia de las elecciones intermedias revela escasa concurrencia en las urnas, politólogos y árbitros electorales coinciden que la crisis económica y social que padece el país, así como el desprestigio de la política y de los partidos, serán factores que alienten aún más la baja participación ciudadana en la contienda electoral del próximo 5 de julio.

Con el fantasma del abstencionismo y una reforma electoral en marcha –legislada a finales de 2007 para reducir el costo de los comicios–, la democracia mexicana sigue siendo excesivamente costosa y poco eficiente, lo que invita a una reflexión a fondo de los partidos políticos, autoridades electorales y los votantes.

A pesar de los “esfuerzos” de austeridad, el Instituto Federal Electoral (IFE) ejercerá este año 12 mil 880 millones de pesos para la organización de los comicios intermedios y sus actividades ordinarias, en tanto que los partidos políticos con registro recibirán más de tres mil 633 millones de pesos para el mantenimiento de sus actividades ordinarias permanentes, gastos de campaña y actividades específicas.

El 29 de enero de 2009, el árbitro electoral aplicó la nueva normatividad, resultado de la reforma electoral, que busca hacer “menos onerosas” las contiendas políticas. Así, para sostener las actividades ordinarias permanentes de los partidos se destinarán dos mil 731 millones 587 pesos.

A su vez, sólo para la renovación de la Cámara de Diputados, los partidos políticos recibirán la suma de 819 millones 488 mil pesos de financiamiento público para gastos de campaña.



DESÁNIMO

A diferencia de los procesos electorales federales, que registran una mayor asistencia ciudadana para elegir presidente y senadores de la República, los comicios intermedios se han caracterizado por el bajo nivel de participación, asevera en entrevista Carlos Lugo Galera, coordinador del Programa de Ciencias Políticas de la Universidad Iberoamericana (UIA).

En contraste, Arturo Sánchez, consejero del IFE, dice que en los comicios del próximo 5 de julio, el hecho de que también se elegirán seis gobernadores y 546 alcaldías, hace que se espere una mayor participación de los votantes, al menos similar al 42 por ciento que se tuvo en 2003.

No obstante, la participación ciudadana en las elecciones federales también presenta considerables niveles de desánimo. Datos de la Dirección Ejecutiva de Organización Electoral del IFE, en los comicios de 2006 el grado de abstencionismo alcanzó el 41.45 por ciento; es decir, de la Lista Nominal de 71 millones 374 mil 373 millones de mexicanos con derecho a votar, 29 millones 583 mil 51 no acudieron a las urnas.

Para este año, el hartazgo de la ciudadanía hacia los partidos políticos, las autoridades electorales, la crisis económica y la inseguridad, será el protagonista de la elección intermedia.

Un indicador del abstencionismo se manifiesta en la encuesta Así Van de Consulta Mitofsky, elaborada en febrero pasado: sólo nueve de cada 100 ciudadanos dice estar interesado en la política, proporción menor no sólo a la reflejada hace tres años, sino también inferior a la que existía en 2003 previo a las anteriores elecciones intermedias legislativas.

De acuerdo a la encuestadora de Roy Campos, tres de cada cuatro ciudadanos consideran que la situación política del país es peor que hace un año, y sólo 18 por ciento opina que ha mejorado.

Otro indicativo de que el desanimo ciudadano respecto a los comicios va en aumento, son los resultados del mismo ejercicio de enero de 2009, en el cual se manifestó que el interés por los asuntos de la política apenas alcanzó al 10 por ciento de los mexicanos, cifra menor a la que se vivió hace tres y seis años.



PODEROSOS DISTRACTORES

Tras pronosticar un grado de abstencionismo de 52 por ciento del electorado, Ulises Corona, catedrático de la Facultad Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS) de la UNAM, afirma que la actual “saturación” de propaganda política es una primera señal de que puede haber poca participación “porque la gente encuentra confusión al no saber quiénes son sus candidatos”.

En entrevista, considera que además del bajo interés ciudadano en los procesos electorales federales intermedios, es definitivo que la crisis económica, social y política del país serán elementos “para que la gente no salga a votar en la jornada electoral” del 5 de julio.

“Quizá en estas elecciones exista la posibilidad de que la participación ande alrededor del 50 al 55 por ciento cuando mucho, por lo que habría que incentivar al electorado a la participación porque podría ser uno de los niveles más altos de abstencionismo que pudiera tener en país en la historia reciente de las elecciones”, pronostica por su parte Lugo Galera.

En el mismo sentido se pronuncia el consejero electoral Arturo Sánchez, quien acepta que para el IFE el abstencionismo es uno de los principales desafíos a vencer en los próximos comicios.

“El reto es ir encima de 42 por ciento de participación ciudadana. Sabemos que puede ser difícil porque la situación del país no nos ayuda mucho, pero estaremos haciendo todo lo posible de que se tome conciencia de la importancia de elegir a nuestros diputados”, afirma.

Coincide en que la situación económica del país, los graves niveles de inseguridad, la percepción ciudadana de los partidos políticos y el controvertido funcionamiento del Poder Legislativo, “son situaciones que están presentes y acaparan la preocupación de los mexicanos”.



HARTAZGO

Del por qué de la baja participación ciudadana en la elección de diputados federales, Carlos Lugo considera que, en términos generales, el electorado no tiene claro qué es lo que hacen. “Piensa que ser un diputado federal es ir a sentarse a la Cámara de Diputados y tratar de hacer cositas que no sabe uno en qué reditúan”.

El catedrático de la UIA subraya que otro factor de peso que alienta el abstencionismo, es el desprestigio de la política. “De ahí que los electores vean como nefasto o negativo un partido político y a los actores políticos”.

Lugo Galera agrega que los apáticos que no votan tradicionalmente, representan una franja de alrededor del 35 por ciento del electorado registrado en México.

“La gente se encuentra decepcionada de la forma de gobierno, no del tipo de Estado, porque no ve un gobierno de resultados y que le permita salir a votar y manifestar: ¡Sí, yo prefiero este gobierno y quiero seguir en este gobierno!”, afirma por su parte Ulises Corona.

El académico de la máxima casa de estudios, sostiene que el electorado duda de la efectividad de su voto porque desconfía de la garantía y certeza de las instituciones electorales. “Apenas hace tres años hubo incertidumbre de quién fue el ganador presidencial, todavía la gente tiene desconfianza en este momento de si su voto va a valer”.

A su vez, Carlos Lugo opina que con el alto nivel de abstencionismo en los comicios federales intermedios, este proceso podría convertirse en elecciones de estructuras partidistas o clientelares.

“Estamos viendo que lo que funciona es el voto duro, el partidista, el cercano y de simpatía hacia los partidos. Lamentablemente no hay ese espíritu de mandar señales para eliminarlo, pero es importante, ya que en estas elecciones se juega el futuro de las elecciones del 2012”, puntualiza.

Tras negar que la baja participación en los procesos electorales sea resultado de una escasa cultura política de los mexicanos, Corona resalta que nuestro sistema político debe fomentar en la ciudadanía la formación cívica y la cultura política, a fin de que sea conciente de porque se vota para un diputado, local o federal, para un alcalde o jefe delegacional.

“Los partidos políticos han utilizado durante muchos años el clientelismo y el corporativismo para hacerse llegar el voto que tanto les ha beneficiado, y que solamente lo ven como una instancia de poder. Mientras más votos, más prebendas y más recursos económicos. La ciudadanía debe avanzar en la cultura política y en la formación cívica”, sostiene.



ELECCIONES ONEROSAS

La última reforma electoral tenía como uno de sus propósitos reducir significativamente el costo económico de los comicios en nuestro país, esto mediante la asignación de menores recursos a los partidos para gastos de campaña y una reducción del tiempo de éstas.

A pesar de que el IFE recibió recursos públicos para este 2009 más bajos en relación con los dos últimos procesos electorales federales, el árbitro electoral ejercerá este año un presupuesto de 12 mil 880 millones de pesos, con el que deberá cumplir con sus nuevas atribuciones.

El gasto público electoral en 2006 fue de 11 mil 892 millones de pesos, de los cuales los partidos políticos recibieron tres mil 798 millones, frente a los dos mil 731 millones de pesos que obtendrán en 2009, cifra menor pero que aún sigue siendo costosa para el erario público y en el marco de una aguda recesión económica.

Para el proceso electoral en curso, el IFE acordó que el tope máximo de gastos de campaña para la elección de diputado federal por el principio de mayoría relativa, es de 812 mil 680 pesos.

Con cargo al erario público y el bolsillo de los mexicanos, los aspirantes a una diputación federal pueden gastar dichos recursos en: propaganda en bardas, mantas, volantes, pancartas, equipo de sonido, diarios, revistas y otros medios impresos; operativos de campaña, como sueldos y salarios de personal eventual; arrendamiento de muebles e inmuebles; transportes, viáticos y producción de mensajes para radio y televisión.

Al respecto, Lugo Galera sostiene que no se logró el objetivo de hacer las elecciones más baratas, en tanto que Ulises Corona afirma que el sistema electoral mexicano sigue siendo muy costoso cuando tenemos “una democracia poco eficiente”.

El coordinador del Programa de Ciencias Políticas de la UIA considera que los recursos destinados a las elecciones son un gasto innecesario, por lo tanto este rubro también es una mala señal para el electorado, en el sentido de que se gasta demasiado para la elección que se avecina, que no es tan trascendental como el de la Presidencia.

“Los partidos políticos dicen que el gasto es insuficiente, siempre operan con la idea de que no hay presupuesto que alcance para sus necesidades. Es entendible esa postura, pero en términos de gasto, de costo para el país y para la población, es verdaderamente exagerado”, agrega.

En tanto, el consejero electoral Arturo Sánchez acepta que “es cara la democracia mexicana”, pero justifica que con los gastos electorales onerosos los mexicanos tenemos partidos fuertes, creciendo, un Registro Federal de Electores eficiente y organización de la elección. “Esas cosas juntas son las que hacen cara la democracia mexicana”, afirma.

Las nuevas atribuciones del IFE, derivadas de la última reforma electoral, lo obligan a impedir a los actores políticos la compra de espacios en los medios electrónicos.

Para el monitoreo de spots de radio y televisión de los partidos políticos durante este proceso electoral, el IFE gastará nada menos que 25 millones 745 mil 560 dólares.
Aún así, el presidente consejero del órgano electoral, Leonardo Valdés, admite que no han cumplido con el 100 por ciento del monitoreo de spots

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